Mi padre siempre me dijo que la vida te da una segunda oportunidad, al final el camino siempre se ensancha y una puerta se abre donde antes había un muro y todo regresa. Nunca lo entendí.
Llueve y la luna se refleja en los charcos del suelo.Al regresar a casa ví como las calabazas florecían en los jardines del barrio, la calle era invadida por gente extraña con la cara sucia de pintura blanca y trajes negros llamando a las puertas ofreciendo intercambio de algo a cambio de caramelos. Detrás de la ventana se ve como el viento arrastra las hojas y se lleva los envoltorios de los dulces.
"¿No es verdad ángel de amor, que en esta apartada orilla más pura la luna brilla y se respira mejor?" Es la voz de mi hijo que intenta ganarse a su hermana que con un pañuelo en la cabeza juega a ser una inocente novicia.
Dejo de mirar la calle. Dentro no llueve ni florecen calabazas. Hay una puerta abierta, por la que regresa todo. El viento no gobierna aquí... Y yo me acuerdo de mi padre.
Manuel Sanz.